24 de febrero de 2015

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Hace unos días nos dejaba Pedro Meca, un hombre indomable y comprometido cuyo mensaje no dejaba nunca indiferente.

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Nacido en 1935 en Pamplona, Pedro se trasladó con su familia a Francia y con 21 años se hizo fraile dominico. Conoció al Abbe Pierre, con quién trabajó como camarero-educador social en el “Claustro”, un bar abierto por iniciativa del fundador de los traperos de Emaús.

En 1992 Pedro Meca y la asociación Los Compañeros de la Noche abrieron, en el corazón del Barrio Latino de París, La Moquette, un lugar donde las personas que viven en la calle pueden, por la tarde y hasta la medianoche, encontrarse, ser escuchados y estar en contacto con otras personas. Participan en conferencias debates sobre las noticias del día, fiestas de cumpleaños o talleres de escritura.

Sus palabras nos enseñaron a no “dar” un café por la noche en las rutas de calle, sino a “compartirlo” con las personas en una relación de igual a igual.

Su mensaje no solo cuajó en París, sino que también llegó en sus continuas visitas a las principales organizaciones de atención a personas sin hogar en Madrid, y entre ellas marcó con fuerza al programa de personas sin hogar de Solidarios para el Desarrollo. Compartió hace muchos años su experiencia con los voluntarios en dos encuentros tan significativos como las I Jornadas Estatales Sobre Personas sin Hogar en Sevilla y el Encuentro por el 10º Aniversario del programa de Personas sin hogar de Madrid.

Aunque han pasado más de diez años recordamos esas palabras que nos marcaron: “Los sin hogar pueden enseñar muchas cosas. De la gente pobre solo se ven las necesidades y cómo llenarlas: no tienen casa, no tienen qué comer, no tienen vestido… Mi relación no es esa, es encontrarme con alguien con sus potencialidades, su saber, su cultura, sus gustos, con sus pasiones, lo que les interesa. Hay que atender a la totalidad de la persona, teniendo en cuenta que todos tenemos potencialidades y riquezas y que todos podemos aportar algo. Ellos pueden y tienen que aportar”.

Así sus palabras nos enseñaron a no “dar” un café por la noche en las rutas de calle, sino a “compartirlo” con las personas en una relación de igual a igual, porque como siempre repetía, “donde hay una mano que da siempre hay otra abajo que recibe y esa humillación puede destrozar la dignidad de la persona”.

¡Adiós Pedro! Aunque ya no podremos encontrarnos en tu próxima visita, tus palabras no las podremos olvidar.

Pepe Aniorte
Socio de Solidarios para el Desarrollo y responsable del programa de personas sin hogar hasta 2005

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