2 de diciembre de 2014

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Hace unos días, voluntarios y voluntarias de Solidarios para el Desarrollo en Sevilla compartimos comida y cartones con personas que habitualmente duermen en la calle con la excusa del Día de las Personas sin Hogar aunque no necesitemos días señalados en el calendario para ello.

Les conocemos de muchas noches de ruta de llevarles café y tiempo, noches en las que aprendemos, recibimos más que lo que damos, con quienes nos encontramos y tenemos un trato igualitario, humano, sin jerarquías ni buenismos.

Jose, Tomás, Rosa, Manuel, Ramón, Juan Carlos y muchos y muchas más estaban en la plaza, se fueron acercando y trayendo cartones, armamos una “mesa” improvisada en la dura acera, la gente pasaba de vuelta de sus trabajos o de saludar por última vez a la duquesa y se acercaban curiosos, una guitarra acompañó la velada, los vasos y los platos fueron pasando de mano en mano, pintamos el cartel tirados en el suelo rodeados de amigos y amigas, periodistas, paseantes…

Un cartel donde rezaba “La presencia de las personas sin hogar en las ciudades no es causa de problemas, sino síntoma de una sociedad enferma”, en el que dábamos la vuelta a la culpa, al perpetuo señalar con el dedo a estas personas relegadas, ninguneadas, apartadas, excluidas.

Nuestro objetivo es darles visibilidad, que todos y todas cambiemos nuestra mirada, trasmitir urgencia por una realidad a la que nos hemos acostumbrado demasiado como quien se acostumbra a las farolas, los bancos, algo inevitable e inamovible.

Fue una “noche toledana” en la que no faltaron risas, ruidos, los camiones de Lipassam sacándole brillo a las losetas, jóvenes de marcha molestando, el frio que se mete por todas partes, la búsqueda de un rincón oscuro donde aliviarse, alguna naranja arrojada no se sabe de dónde, una pelea repentina que despertó a todos al unísono…

Comenzó de nuevo a funcionar el metro y el sueñecito que por fin llegaba nos abandonó definitivamente, dejamos atrás los cartones y fuimos en busca de un café. Por una noche vivimos en su piel lo que ellos y ellas viven cada noche aunque no podamos ni imaginar lo que es repetir los gestos de desesperanza, la perdida de la ilusión, las agresiones, el rechazo, una noche y otra y otra y otra…

Pero no estaban durmiendo solos ni solas y la gente que pasaba lo vio.

María Magdalena Blanco Odriozola
Voluntaria de Solidarios para el Desarrollo en Sevilla

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