21 de junio de 2016

Compartir

entrevista-guillermo-castro-web

Guillermo Castro Buendía es guitarrista e investigador flamenco. Ha sido profesor de Improvisación, Historia, Teoría, Transcripción, Estética y Sociología del flamenco en la Cátedra de Guitarra Flamenca del Conservatorio Superior de Música de Murcia “Manuel Massotti Littel” durante los años 2006-2009. Actualmente es profesor del MASTER Flamenco de la ESMUC (Escuela Superior de Música de Cataluña) desde el año 2014 y forma parte del cuerpo de investigadores del Centro de Investigación Flamenco Telethusa de Cádiz.

Ha desarrollado numerosas publicaciones, entre las que destacan Génesis Musical del Cante Flamenco. De lo remoto a lo tangible en la música flamenca hasta la muerte de Silverio Franconetti, Libros con duende, Noviembre 2014, y Las Mudanzas del cante en tiempos de Silverio, análisis histórico-musical de su escuela de cante. El domingo, 19 de junio, compartió sus experiencias con internos y voluntarios del Aula de Cultura semanal en el Centro penitenciario Murcia II.

Dices que el Flamenco es un arte en continua evolución, ¿qué crees que aporta a su conocimiento y estudio y a esa evolución, el ser considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO?

La consideración de la Unesco es un reconocimiento a su importante legado cultural, algo que supone poner en valor los diferentes elementos que atesora, por lo que ayuda a ser valorado más y mejor por más gente. Esto hace que un mayor número de personas se acerque e interese por él; desde todos los ámbitos. Por un lado, los que solo quieren disfrutar del flamenco como arte y, por otro, los que abordan su estudio desde diferentes perspectivas. La evolución se debe a los artistas, independientemente de los reconocimientos, es algo inherente al arte en general, así que la Unesco creo que influye poco en este sentido.

Tu andadura en el mundo del arte flamenco viene de mucho tiempo atrás. Sitúanos brevemente tanto en tu faceta como músico como en la de investigador y profundo conocedor de este arte.

Pues comencé en el mundo de la música por mi amor por la guitarra. Desde muy pequeño andaba siempre escuchando música, todo el tiempo con los cascos y el walkman. Mis referentes eran Pink Floyd, Dire Straits, Supertramp, Alan Parsons Project, Mike Oldfield, Paco de Lucía y la música clásica. Desde los 14 años se despertó en mí un interés ya muy grande por la guitarra y comencé a estudiar por mi cuenta con una guitarra vieja que tenía mi madre en casa. Pero no fue hasta los 18 que entré en el conservatorio de Madrid a estudiar de forma oficial. Comencé a su vez estudios en la Universidad, la carrera de Obras Públicas, pero antes de acabar el primer año sentía que estaba perdiendo el tiempo allí, y les dije a mis padres que me quedaba con la música y dejaba la carrera. ¡No veas la que se montó! Pero les dije que no había discusión posible. Así que, así quedó la cosa. La verdad es que luego me apoyaron en todo, no me puedo quejar, sin su ayuda no habría podido. Mi pasión por el flamenco vino después, antes de acabar el grado superior de guitarra clásica comencé a estudiar guitarra flamenca con un maestro en Madrid y a comprar libros sobre guitarra flamenca y a ir a las peñas El Duende y Los Cabales. Allí descubrí el cante, y claro me enamoré otra vez. Yo que iba allí a escuchar como tocaban los guitarristas, no prestaba atención en un principio al cante, pero un día me cambió el chip y, ¡ala! ¡a comprar más libros y discos sobre cante flamenco!. Así fui haciéndome una biblioteca y discoteca. Y al poco tiempo, pues el baile también empezó a interesarme. Y ya, así me ves, preso del flamenco para siempre. Una vez acabada la carrera de guitarra clásica y con todo lo que había aprendido sobre flamenco, surgió la oportunidad de poder trabajar en el Conservatorio Superior de Murcia impartiendo asignaturas de la especialidad de guitarra flamenca, algo que supuso un momento muy importante en mi vida y un gran cambio, pues me vine a vivir aquí. La necesidad de preparar material para dar clase de forma académica me llevó a meterme de lleno en la investigación y en la didáctica del flamenco, algo que brillaba por su ausencia por entonces, estoy hablando del año 2006, que es cuando me traslado a Murcia. Comencé a publicar artículos y a colaborar con revistas de investigación. He realizado un doctorado y también he publicado un par de libros, y aquí sigo.

entrevista-guillermo castro - foto Paco Sánchez

El flamenco sirve muy bien para expresar sentimientos de rabia, dolor, frustración, arrepentimiento, impotencia…, algo con lo que están familiarizados muchos presos.

En Murcia fuiste fundador y presidente de la Peña Murcia flamenca, que está agitando y dándole un carácter muy dinámico al cante, el baile y el toque flamencos en la ciudad. Qué temperatura tiene la afición al flamenco en Murcia ciudad y en la región.

Pues la temperatura en Murcia es muy buena, hay mucha afición, y un público muy respetuoso. Lo que no hay son ayudas por parte de la administración para que una peña como la nuestra tenga un local propio y pueda programar con más libertad y dar mayor oferta cultural. Parece mentira. Luego se gastan unos presupuestos de escándalo en el Cante de las Minas y no son capaces de apoyar a los que hacen afición, los que estamos abajo apoyando a las nuevas figuras y dando a conocer a artistas noveles de dentro y fuera de la región. Es una pena. Esto debería cambiar.

En SOLIDARIOS hemos estado entusiasmados con tu colaboración con el Aula de cultura que desarrollamos en el Centro penitenciario Murcia II. ¿Qué esperabas de tu visita al Centro Penitenciario?

Poder dar a conocer el flamenco a todas las personas de la cárcel de una forma diferente: desde una perspectiva más histórica y cultural, no tanto en el asunto anecdótico o de grandes artistas, o la tan manida pelea entre si el flamenco es gitano o es payo.

Hay grandes aficionados y aficionadas al flamenco en los centros penitenciarios y tu visita, sin duda, ha despertado un gran interés. ¿Hay nexos entre el flamenco y la cárcel?

Claro que los hay, y muchos. Desde un palo que se llama carcelera, plagado de letras alusivas a la cárcel, a la seguiriya, estilo dramático por antonomasia que recoge igualmente letras sobre la privación de la libertad, muchas de ellas autobiográficas. El flamenco sirve muy bien para expresar sentimientos de rabia, dolor, frustración, arrepentimiento, impotencia…, algo con lo que están familiarizados muchos presos.

¿Qué papel crees que puede tener el flamenco en la vida de una persona interna en un centro penitenciario? ¿Puede ser una herramienta o un vehículo para la reinserción?

La música es una vía de escape. Sirve para evadirse, para olvidar, al menos durante un tiempo, el que dura la escucha. Si encima te identificas con algunas de las letras que se cantan es como una catarsis, siempre será bueno. Hay además experiencias a través del flamenco que han sido muy positivas para los presos, porque hay personas que han aprendido a leer y escribir en la cárcel gracias a proyectos como el ideado por Víctor Vázquez, quien lo lleva aplicando desde hace más de 30 años, así que es una herramienta muy útil si se sabe utilizar.

M. Ángeles Carnacea Cruz
Delegada de SOLIDARIOS en la Región de Murcia

Suscríbete a nuestro boletín

Noticias Relacionadas

Dona

Ayúdanos a mejorar la vida de más personas

Hazte Socio/a

Se protagonista del cambio social

Hazte Voluntario/a

Un poco de tu tiempo y mucho de tu afecto