9 de febrero de 2023
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Cada mes se abren las «Ventanas de papel» del Club de Lectura en prisiones de Solidarios en el Centro Penitenciario Sevilla I.
Coordinado por Clara Marías, profesora de literatura de la Universidad de Sevilla, esta voluntaria acude acompañada de una persona invitada, autora, lectora…que comparte con los internos la sesión de discusión mensual sobre los libros elegidos que, gracias al acuerdo con la Biblioteca Clara Campoamor, del barrio de la Macarena, llegan a la cárcel prestados para que se lean antes de cada encuentro.
En esta ocasión os compartimos el texto de Lola Cáceres, alumna del Master de Comunicación y Cultura de la Universidad de Sevilla, que acudió como invitada a nuestro club de lectura y dejó las ventanas bien abiertas al salir.
Entre los barrotes de aquel edificio gris, descubrí la pureza en cuerpos salpicados de prejuicios por la sociedad, el sentimiento de seguridad cerca de personas señaladas por haberla puesto en duda, y una versión de mí misma que, de cualquier otra forma, nunca habría conocido. Alguien que recibía un choque de realidad que golpeaba todas y cada una de sus inseguridades, con historias del de al lado que encharcaban sus ojos de sal.
Entre los barrotes de aquel edificio gris, hay una familia, hay hombres que cargan distintas vivencias y que se miran con bondad. Hay bromas y risas, chistes y fantasías contadas en alto, hay frases inacabadas que culminan en suspiros entrecortados, hay impulsos que hacen que uno de ellos saque a bailar a alguien, o que abrace al otro después de cantar un fandango que el primero le pidió, hay admiración en sus miradas, hay compañerismo en la ayuda al otro al no entender lo que ha escrito en su cuaderno porque tiene una mano escayolada, hay tristeza en sus miradas al acordarse de un ser querido, hay agradecimiento hacia los que estamos compartiendo con ellos, hay planes de futuro, hay inteligencia a más no poder, hay ganas y desesperación por salir al exterior, hay días malos…
Cuando salí de allí, me quedé mirando las ventanas. Algo tan simple llamó mi atención. Y es que de aquellas ventanas para afuera, el mundo seguía su curso. Nosotros nos íbamos, y ellos se quedaban allí, ajenos a todo y a todos, construyendo una base que servirá de guía para cuando dejen de formar parte del «ellos» y pasen al «nosotros».
Entre los barrotes de aquel edificio gris, están las consecuencias de un microsegundo de malas decisiones…
Esas que todos podemos tomar alguna vez en la vida.
Lola Cáceres
@lolacacerescrit
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