30 de junio de 2025
Compartir
Pepe formó parte del programa de acompañamiento a mayores de Solidarios en Sevilla. Cada semana recibía la visita de Edu para pasear por su querida Triana y recordar sus muchas historias vividas. Hace un mes, a sus 86 años, nos dejó y hoy es un orgullo recordar su vida.
Para muchas personas ahora mayores, la vida no ha sido fácil por su orientación sexual, en la juventud por tener que vivir con unas apariencias concretas y socialmente admitidas y tampoco en esta etapa de la vida la sociedad se lo pone fácil. Cuando se van perdiendo las relaciones cercanas y la red familiar no existe, la soledad llega y solo se vive de recuerdos. Pepe compartía estos recuerdos e historias de su vida intensa y plena con su voluntario, cuando le contaba que él era José Olmedo de día y “La Pelúa de Triana” de noche.
PEPE OLMEDO, LA ‘PELÚA DE TRIANA’. Por Carmen Marchena*
“Yo estoy mariconeando desde que nací”
“Nací en un corral en la calle Rodrigo de Triana. Ahí nací y ahí mariconeé”, inicia orgulloso Pepe, el pequeño de cuatro hermanos. Del matrimonio de Águeda y Antonio nacieron dos hembras y dos varones: Concha, Antonio, Paca y José. Este último, protagonista de su propia historia, vio la luz en 1940 y, desde entonces, repite a los cuatro vientos que está “mariconeando”. Porque era José Olmedo Soto de día y la ‘Pelúa de Triana’ en las noches.
Todo comienza en la calentería de la plazuela Santa Ana, donde un joven Pepe, que así le llamaban, trabajaba para ganarse el pan de su familia. Tuvo una infancia feliz y fuera de armarios. “Yo en mi casa no he tenido problemas ni con mis padres ni con mis hermanos. Ni pío. Y eso que he tenido muchos novios y amigos”, asegura limpiándose la comisura de los labios con el dedo índice y pulgar. De aquellos tiempos, Pepe recuerda que le decía a su padre: “Papá, me quiero vestir de mujer y mi padre le decía a mi madre: Águeda, quita los muebles que tu niño se va a vestir, y ella le contestaba que por qué consentía eso y él insistía: déjalo, con eso lo tenemos aquí, y luego me decía por lo bajini: no le eches cuenta a tu madre”. Eso era una suerte, relata con el alivio del que se libró de años de represión franquista.
En 1963, Pepe se marchó a Alemania con su primer novio, Manolo, con quien comenzó su historia de amor y lucha en su Triana natal, y que duró 16 años entre dos países. Este romance, antes de migrar, lo recuerda intenso por el carácter de ambos y de tapadillo con la familia de él. “Su madre y sus hermanos me querían matar. Porque claro, un tío tan tío, sacando brazo, trabajando en el muelle… Y estando conmigo…”, comenta quisquilloso mientras rememora cómo la que era su suegra, echaba la cortina de la puerta de su casa, para que las vecinas no vieran a su hijo llegar con Pepe. Por el contrario, Águeda, la madre de Pepe, siempre aceptó su orientación sexual y lo defendió cuando tenía una pelea con Manolo o se decían cualquier improperio.
Una vez en Alemania, reconoce que le costó aprender el oficio que primeramente le encomendaron. “Estuve en un pilón con agua metiendo calefacciones. Si salían pompitas significaba que el cacharro no estaba bien soldado. Y yo pensaba: Ojú, no sirvo pa ná…. Tanta gente trabajando y yo no sabía hacer nada. Le preguntaba todo el tiempo al intérprete”, relata entre sonrisas. Se quedó un tiempo poniendo tornillos hasta que lo echaron y se metió a trabajar en una fábrica de máquinas de escribir, –la misma donde trabajaba su novio–, y allí estuvo hasta que volvió a España. “24 años sentado poniendo los tornillos de la máquina, las ruedas de las guitas con la que se escribe”, casi nada.
Pero no todo iba a ser atornillar. Lo que verdaderamente le gustaba a Pepe era dar espectáculos y conciertos de palillos siendo la ‘Pelúa de Triana’, su identidad en las noches alemanas e incluso bruselenses. Codeándose con la mismísima Micaela, y siempre a la vera de su amiga ‘La Cristi’. “Una vez una mujer me dijo que Dios me conservara las manos después de un show”, expresa Pepe en el salón de su casa de la barriada de El Tardón, mientras hojea un álbum amarillento plagado de tronío travesti. Aunque no todo fueron palmas y alboroto, porque tras 16 años de relación, Manolo, su primer amor, lo dejó por una amiga suya. “Hija puta mi amiga que me engañó con mi Manolo”, sentencia con esa gracia irónica que le caracteriza.
Con todo, Pepe no perdió el tiempo. Después vendrían Miguel, José, ‘el Moro’ y un sinfín de amantes-amigo, como cantaba Rocío Jurado, con los que amó y disfrutó sin ataduras. Muchos de ellos ni siquiera eran homosexuales, o al menos de puertas para fuera, de ahí a que recuerde algunas historias furtivas o experiencias iniciáticas. Es más, Pepe se jacta de que ninguno de estos hombres era “maricón”, su vida amorosa y sexual transcurría entre lo que coloquialmente se conoce por aquí abajo como asolapaos. “¿Me voy a acostar yo con un maricón? ¿Soy tortillera? A mí me gustaban los chulos chulos, los tíos…”, se reafirma jocoso.
En 1987, Pepe se cansó de atornilla y se volvió a Sevilla para cuidar a su madre aquejada de las cositas propias de la edad. “Ella me preguntaba: ¿Pepe, me vas a llevar a una residencia? Y yo le decía: ¡qué disssse! No, mi arma, mientras yo viva, tú aquí cormigo, que yo te lo hago tó”, relata de aquellos años. Y lo hila con la muerte de su padre: “Él murió a los tres meses de yo llegar a Alemania. Mi madre me escribía y me decía que mi padre estaba mu’ malo, aunque ya se había muerto, y no me lo quería decir. Ya no lo vi más… Fue cuando volví de vacaciones que ya me lo dijo mi madre… Más buena mi madre”.
Águeda, la madre de Pepe, murió con cerca de 90 años en su casa de Pedro Mendoza, en la barriada de El Tardón, donde éste vive desde hace 50 años, y que guarda una bonita historia de amor. “Fue un regalo de mi novio cuando la casa de vecinos donde vivía mi madre se venía abajo de antigua. Mi hermana me llamó y me avisó de que la iban a tirar y entonces mi madre tenía que irse a una residencia. Entonces Manolo me dijo que me regalaba el piso para que lo buscara mi hermana. Pagó 5.000 pesetas durante 5 años”, recuerda.
«Cuando mi madre murió estaba aquí mi amigo Satu, que también se ha muerto, y le dije que iba a verla a la habitación. Llamé a mi vecina Pepi porque la veía muy rara y ella me dijo: Pepe tu madre se ha muerto. Ella no sufrió, se quedó dormida en la cama, limpita y conmigo”, advierte este hijo que se enorgullece de haberla cuidado hasta el final. “¡Cuando volví de Alemania ella estaba loquita! ¿Mi madre a una residencia? Estuve tres o cuatro años cuidándola”, prosigue desde la férrea convicción de que “hay que bregar con los padres hasta que se mueran”. Reconoce que echa mucho de menos a su madre y a sus tres hermanos. “Se han muerto los tres, uno detrás de otro. La última que ha muerto ha sido Paca, la tercera, en septiembre del año pasado”, se lamenta rodeado de fotos de La Pantoja, una virgen de tamaño medio, regalo de su amigo José Antonio, también fallecido, y recuerdos de sus tiempos travestis.
Pepe, al que la dictadura no cogió porque se fue a tiempo a Alemania, perdió a muchos amigos por el SIDA y a mucha gente querida debido al inexorable paso del tiempo. “Me he quedado solo”, decía tras darle un sorbo al descafeinado de sobre con leche en vaso. Porque la soledad en las personas mayores LGTBIQ+ es una cuestión de la que poco se habla, pero manifiesta cuando llega el momento en que familiares y amistades van faltando. En el caso de Pepe, ha estado acompañado en los últimos años por una cuidadora, la visita semanal de voluntarios de Solidarios como Eduardo y algunos familiares y vecinos.
La madrugada del pasado 30 de mayo, Pepe falleció a los 85 años. Cada vez que se despedía de las personas que iban a visitarlo, decía: “No olvidarse de mí”. Sirvan estas líneas como homenaje y memoria a un hombre que mariconeó libremente, que amó a quien quiso en tiempos de oscuridad y represión, y que fue quien quiso ser, como Pepe o como La Pelúa. Sirvan también para que quede constancia que las personas que lo pudimos conocerlo, jamás lo olvidaremos.
*De la autora: Especial agradecimiento a la labor de las trabajadoras de Solidarios Sevilla. Remedios Cano en el programa de personas mayores, Marisa Vázquez en salud mental y prisiones, y Carmen Tamayo con las personas sin hogar. Este texto ha sido escrito por la periodista Carmen Marchena e inmortalizado por la fotógrafa Alicia Arce como parte de una acción solidaria de reconocimiento a los mayores en situación de soledad no deseada.
9 de julio de 2025
Después de tres ciclos, en varios años consecutivos que iniciaron en 2022, los conversatorios “Salud mental y comunidad” acaban su programación. Este proyecto de sensibilización ha sido impulsado por Solidarios y el Vicerrectorado de Ciencias de la salud y Servicios a la comunidad universitaria de la Universidad de Murcia.
3 de julio de 2025
Estos son los datos de la Memoria de Actividades de Solidarios en 2024. Podemos decir que en el último año hemos atendido en nuestros programas a 6.521 personas, sumando al acompañamiento semanal las personas que participan en nuestras actividades grupales y de sensibilización.
1 de julio de 2025
Desde el programa de personas sin hogar, Arte en Cantarranas nos presenta su trabajo en la exposición “Relatos sobre la identidad” donde podremos ver un proyecto artístico que relata diferentes momentos de la vida de sus participantes. Hasta el 30 de agosto se podrá visitar en el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid.
21 de junio de 2025
El programa de personas sin hogar, con el apoyo del Ayuntamiento de Sevilla, abre sus puertas cada día de 16 a 20'30h para ofrecer actividades artísticas y creativas, en las horas más fuertes de calor.