En estas semanas murieron Eloísa, Demetrio y “Salva”, personas que formaban parte de la familia de Solidarios desde hacía muchos años.

“Durante año y medio he compartido la tarde de los miércoles con Eloísa. Recuerdo cuando empecé que en la formación para el voluntariado comentaron que no es lo mismo estar solo que sentirse solo. Y tenían razón”, dice la voluntaria Isabel Elguero en un texto que sirve de reflexión sobre el vínculo que se desarrolla en el voluntariado con personas mayores.

“Es duro porque el voluntariado logró su objetivo: Eloísa ya no era la persona mayor que me habían asignado en el programa; era mi amiga cubana, genio y figura, con la que pasaba las tardes de los miércoles”.

También murió Demetrio, una persona que llevaba años con Solidarios y que, durante tres años, convivió con Felipe, el último de sus voluntarios que lo visitaba para charlar durante un rato, aunque algunas veces salían a la calle o iban a algún bar.

“Ya sabéis lo que es este voluntariado: sólo consiste en estar. Nada más. En lugar de sentarse uno en la silla de su casa, va y se sienta en otra silla, en casa del mayor que le toque. Tan fácil como eso”, dice Felipe en este emotivo texto.

Ebanista y encofrador, Demetrio se jubiló cuando cerraron el taller donde trabajaba. Pasó la mayor parte de sus últimos años en una pequeña casa llena de fotos y de recuerdos, donde a veces recibe visitas de una sobrina o de un sobrino-nieto.

No tuvo hijos ni se casó. Su sentido del humor chocaba con la confesión que muchas veces hizo ante responsables de la organización y algún medio de comunicación: “todas las noches, cuando me voy a la cama, tengo la esperanza de no despertar al día siguiente”.

Trabajar el duelo

Cada año se producen muertes de personas que se han ganado el cariño de voluntarios. Además de Eloísa y de Demetrio, hace poco murió Salva, a quien conocían bien los voluntarios del programa de Personas sin Hogar.

Los temas relacionados con el duelo y con el apego emocional han ganado presencia en los cursos de formación de SOLIDARIOS. El bienestar psicológico de las personas voluntarias refuerza un compromiso firme y una participación desde la libertad. También evita que el voluntario se queme o se sienta superado por situaciones de dolor y de sufrimiento ajenos que se presentan durante el contacto con el sufrimiento.

No se trata de buscar personas “asépticas” y “equidistantes” ante la pérdida; las emociones son síntoma de vida, de empatía y de humanidad, fundamentales para el voluntariado social. Se trata más bien de evitar sentimientos de culpa que a la larga pesen tanto que la voluntaria deje su programa.

#SeBuscanVoluntarios para Mayores

SOLIDARIOS busca a 6 personas voluntarias en Sevilla y a 15 en Madrid para su programa de Acompañamiento a Personas Mayores, que consiste en una visita a personas mayores que se sienten solas. Mientras comparten un paseo, una conversación o un rato de ocio, los mayores refuerzan su ilusión, su autoestima, sus habilidades sociales y se mantienen activos.

Este programa contribuye a romper el aislamiento y la soledad, lo que evita además la depresión y los trastornos cognitivos. Los mayores se vuelven a abrir al mundo y recuperan hábitos saludables como salir a pasear, realizar actividades culturales, disfrutar de una buena conversación… El programa promueve su autonomía y su sentido de pertenencia en una sociedad que muchas veces les da la espalda. Recuperan además las relaciones sociales ya que, al salir a la calle con la persona voluntaria, se entra en contacto con el entorno más cercano. En el encuentro entre voluntarios y mayores se comparten experiencias de enriquecimiento mutuo y de solidaridad intergeneracional e intercultural, con personas de distintas procedencias.