El 26 de octubre se reanudó el club de lectura del Centro Penitenciario Sevilla I, Ventanas de papel, con la presencia del poeta y traductor Jacobo Cortines, antiguo profesor de Literatura en la Universidad de Sevilla.

Con cerca de veinte participantes, que explicaron su relación con la lectura y la escritura, y si había cambiado desde su ingreso en prisión (en muchos casos, sí, se habían refugiado en los libros, y las cartas con sus familiares les ayudaban), Jacobo Cortines narró su descubrimiento de la literatura, la música, etc. en la infancia y cómo empezó a escribir poesía y esta labor fue cada vez más relevante.

También explicó lo importante que es para él escribir diarios, algo a lo que animó a los internos, ya que permiten desahogarse en los momentos difíciles, pero también reflexionar posteriormente sobre lo vivido y sentido y conocerse mejor, y además pueden servir como punto de partida para escribir memorias, autobiografías o poemas, al fijar los recuerdos y las emociones sobre el papel. En el club se leyeron fragmentos de sus memorias, La edad ligera, que abarcan la infancia en el campo y la adolescencia internado en un exigente colegio jesuita, y se reflexionó sobre el papel de la educación, de la religión y de la guerra civil en esos años. Por último, se leyó uno de sus poemas más impactantes, dedicado a su amada Lilí, fallecida hace cuatro años, para reivindicar el poder de la poesía para salvarnos de la distancia y de la muerte y acercarnos a quienes añoramos.

Hoy he venido al mar para estar cerca,

aún más cerca de ti, mi amor de siempre,

porque aquí yo gocé de tu entusiasmo,

de la alegría tuya tan serena,

de tus paseos por la extensa playa,

de tus cenas que tanto enamoraban,

de tu reposo envuelto en dulces sueños.

Hoy he vuelto a este mar que preferías

a cualquiera por más que más bondades

pudiera otro ofrecerte.

Era tu mar de niña,

tu mar de adolescente en donde alguien

plasmó la bondad y la belleza

de tu rostro en plenitud de gracia.

El mar de tanta juventud vivida,

tan llena de esperanzas e ilusiones,

el mar de tantos años que felices

se vieron coronados por la casa

que con amor y esfuerzo me ofreciste.

El mar por la mañana, a mediodía,

por la tarde cuando rojizo el cielo

de rosa va tiñendo las espumas

y hundiendo se va el sol, lento, redondo,

hasta quedar un resplandor de ascuas.

Y la noche después. Y temblorosa

la luna en sus reflejos, las estrellas,

y el rumor de las olas

por las habitaciones de la casa.

Hoy he ido a tu mar y no te he visto,

no estabas en la casa ni en la playa

tendida al sol o paseando lenta

por la orilla con el cabello al viento.

No estaba tu figura: tu presencia.

Lo que sentí de golpe fue el vacío

de un mar que no era mar, que no era nada,

sin arena, sin olas, brisa o cielo:

tu ausencia, amor mío, era ese caos.

Y pensé en ti, y lloré, y de mis lágrimas

surgiste tú, como una nueva Venus,

y vi que te acercabas y decías:

«Sí, yo soy ese mar que llevas dentro,

el mismo mar que recorrimos juntos,

el mar donde renazco de ti mismo.

Y el mar no es el morir, sino otra vida

que has de vivir conmigo mientras vivas».

 

(De Jacobo Cortines, Días y trabajos, 2021)

Suscríbete a nuestro boletín

Noticias Relacionadas

Dona

Ayúdanos a mejorar la vida de más personas

Hazte Socio/a

Se protagonista del cambio social

Hazte Voluntario/a

Un poco de tu tiempo y mucho de tu afecto